Tabaquiando: mas allá de la fuma de un puro
Botón con semillas de tabaco. |
Si a usted le
mencionan el tabaco, se imagina un viejito sentado en una mecedora con un puro
en la boca o una señora leyendo el futuro de otro a través del tabaco; pero el
tabaco por lo menos en Piedecuesta es la base de su economía local, es casi un
icono sobre todo por el trabajo que alrededor de él, desarrollan sus mujeres
torciendo o enrollando los aromáticos trozos de hoja de tabaco que se pueden
madurar al mejor estilo de los vinos de cava. Entre más añejos, mejores en la
calada y el paladar.
Eso quizás fue lo
que mas me impresionó la mística que existe en su proceso de elaboración,
porque no solo es la siembra y recolecta de las hojas, sino la cuidadosa
selección de ellas para saber que parte del tabaco van a conformar, si serán
para picadura, si serán para capa o si serán para enrollar.
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Tabacos añejados de 4 y 5 años. |
En esa mística
encontré mujeres que por su tradición ya tienen callo en las manos, sus dedos
ya tienen un particular color amarillo pálido por el tratamiento de las hojas y
el almidón de yuca utilizado para pegar los extremos en la enrollada. Ellas
enrollan en promedio de mil a dos mil tabacos y en eso se pueden ganar de 20 a
30 mil pesos.
Pero para ellas el
trabajo en los tabaquines es una opción diferente de vida cuando por muchas
circunstancias se les han cerrado las puertas laborales en otros menesteres;
pueden repartir su tiempo entre los oficios propios del hogar y el tabaco. Son
ellas sus propios jefes y solo con el fruto del esfuerzo pueden medirse y
colocarse metas económicas que les permitan un mejor sustento.
Caney con hojas de tabaco. |
Durante el
descubrimiento de aquel mundo mágico de tabaco, con aromas que quedan
impregnados en el paladar de los mejores catadores, también me quedó en la
memoria visual, gráfica y hasta romántica la belleza natural que tiene un
caney; uno de ellos quizás el mejor de Santander, está ubicado en el municipio
de Curití en la vereda ‘Las ventas’.
Para describir los
aromas que allí se perciben no hay palabras suficientes, me quedo corta porque
definitivamente se confunden con los recuerdos de mi abuelo materno; oriundo de
San Bejuco, es decir, de San Vicente de Chucurí y de su tienda donde vendía los
preciados tabacos en Barrancabermeja.
El caney es una
casa, por decirlo de alguna forma, que tiene una estructura especial montada en
largos travesaños de bamboo sobre los cuales hay largas cuerdas de fique en las
que cuelgan las hojas de tabaco durante 60 días y a medida que van perdiendo su humedad y se
van concentrando todos sus matices, se van cambiando de posición hasta que
ocupar el lugar mas alto del caney, estoy hablando de 4 a 6 metros de altura del suelo al
techo.
La verdad me día la
tarea y a la aventura a la vez de subir hasta los mas alto, con cierta maroma
queda embelesada por el olor que desprenden las hojas ya maduras, olor muy
diferente al de las hojas ubicadas en la parte inferior.
Don Gilberto Bueno y su nieto David. |
La familia Bueno
Gómez encabezada por su patriarca, Gilberto, y su esposa Ana se han dado a la
tarea de toda la vida de preservar esta tradición del cultivo del tabaco y
alrededor de esto han forjado su vida y
su descendencia. Lo curioso es que alrededor de esta tradición también surge la
del fique, que por su ubicación geográfica estratégica en Santander se vuelve
en una opción importante sobre todo para las mujeres que hábilmente tejen
sueños en forma de bolsos, billeteras, tapices, carpetas y mil artesanías mas
en los mas variados colores y tejidos.
La verdad que con
todo esto que viví en un viaje de un día a Curití y dos días de paso por el
municipio garrotero, me la pasé fue Tabaquiando. A propósito de tabacos y
garrotes, también descubrí en el saber popular que la cultura garrotera tiene
dos sentidos, uno de ellos ligado a la historia de violencia que en alguna época
vivió el país y de cuyo fruto quedaron los enfrentamientos entre ‘liberales’ y ‘godos’
que se hacían a garrote limpio, o sea a
leño limpio… ¡vaya garrotera! y no precisamente la del chavo.
Don Gabriel Pico enseña un tabaco bien-logrado |
El otro sentido
tiene que ver con el tamaño. Pero tranquilos, nada de malos pensamientos, pues como
lo explicaba don Gabriel Pico representante legal de la Casa Tabaco, quien fuma
un tabaco grande de una vez le van diciendo: ‘mire ese garrote o chicote que se está fumando’. De todo hay en la
viña del señor.
Mi viaje por el
conocimiento de las tradiciones en algunos municipios hasta ahora empieza, por ahora
del tabaco me queda la experiencia magnifica de tener en mis manos sus
diminutas semillas como esporas vulnerables al viento, entregadas al sol y a la
tierra para germinar en una ‘mata’ mágica con la que los chamanes de los indios
Guane se trasladaban en astral para curar enfermedades en clanes distantes. Me queda el conocimiento
útil y la claridad mental que solo produce un buen tabaco, cuyo matiz espero
compartir con un buen amigo porque regalar un puro, no es para cualquiera,
denota honor y respeto.
Texto y fotografía: Alixon Navarro Muñoz.