Cuando un
héroe se va
La vida de los
caninos que hacen parte del Ejército, es como la de cualquier soldado, en el
momento de su partida les son rendidos los honores respectivos, y mucho más si
en cumplimiento de la misión, parte de su vida queda afectada. Esta es la
historia de Duncan.
Aun se pueden
escuchar los ladridos, el jadeo y los saltos del enérgico labrador de pelo
corto color arena, se escuchan como recuerdos guardados en la memoria de un
oficial que pidió quedarse en el anonimato, quien acaba de perder su otra
mitad. Si, así es, su otra mitad, porque en eso se convierten ellos cuando
hacen esa maravillosa dupla conocida como binomio canino.
Su vida fue de
preparación y mucho entrenamiento a lo que se sumaban sus capacidades innatas
propias de la raza, su sagacidad, excelente sentido del olfato, obediencia y
disciplina, que hicieron del joven Duncan un perro ejemplar. Su paso por la Escuela de Caninos, ubicada en
las instalaciones del Batallón de Ingenieros No. 5 CR. Francisco José de
Caldas, - BICAL le llevó a tomar tres cursos cada uno con una duración de tres
meses y medio, donde cumplió varias pruebas en las que debía demostrar un alto
nivel de juego, de energía, donde se le midió el temperamento y comportamiento
frente a los ruidos fuertes que producían
las armas de fuego y los explosivos.
Luego de cumplir a
satisfacción el proceso, este comando se graduó en abril del 2005, y si hay algo que resaltar es el hecho de que
son adiestrados en un juego con entrenamiento especial, donde son capaces de orientar y dirigir sus sentidos
hacia su compañero de binomio.
Basados en la
conducta típica de los caninos, nunca se les trata con violencia, sencillamente
se controla la jerarquía natural del animal para crear un líder acompañante en todo momento, donde
el soldado es su compañero de juego. De allí que la relación entre humano y
canino sea tan estrecha, tan especial y es algo que se quedó en Duncan para siempre,
que le permitió fortalecer esa perfecta
sinergia, donde fueron evidentes los gestos y miradas para hablar.
Un canino de
combate
Para ese entonces
luego de culminar su formación, estuvo designado al Batallón de Fuerzas
Especiales No. 3, donde operó durante 3 años; luego en el 2010 fue trasladado
al anteriormente llamado Batallón de Contraguerrilla No. 48 ubicado en el Sur del Bolívar.
"Esta
fue una zona difícil en la que operaba
el frente 24 de las Farc, quienes en su modus operandi, a los Artefactos
Explosivos Improvisados – AEI, además de metralla infectaban la carga con
materia fecal, como quien diría, si no los mata la explosión que lo haga la
infección. Esta guerrilla cada vez estaban más replegada y se ubicada en esos
municipios donde era álgido el tema de la erradicación de cultivos
ilícitos".
Así las cosas, la
tropa ingreso a zona rural de la vereda Las Mercedes en Santa Rosa, sur de
Bolívar Sector de Las Pavas. Allí el puntero de la unidad, lamentablemente pisó
un AEI en su avance táctico, eso generó una gran explosión que afectó a los
primeros 5 hombres, los 3 primeros con heridas de gravedad, incluyendo al
binomio canino.
"Los
combates en esta zona fueron muy fuertes, a tal punto que el enfermero de la
unidad le tocó atender a los hombres en el área. Mientras se lograba la
evacuación aerotransportada, que no se consiguió realizar antes de 36 horas, a
causa de los constantes hostigamientos; a ellos les tocó moverse de un lado a otro hasta lograr asegurar
el área y evacuar los heridos".
El enfermero usó
todos sus recursos, y al quedarse sin medicamentos para atender las heridas
infectadas debió acudir a un medicamento para ganado llamado Ivomec, con el
cual también atendió a Duncan, logrando desinfectar parte de las heridas.
La pesadilla
terminó cuando el héroe de cuatro patas fue
trasladado a la Quinta Brigada, donde la Dra. Diana en el BICAL atendió
sus heridas por casi 6 meses hasta lograr sacarlo del estado crítico. Sin
embargo perdió la visión de su ojo izquierdo.
Del ‘área’ a
una vida plena
Luego de este
trance en donde estuvo más del lado de allá, fue dado de baja de su servicio a
la patria y Duncan pasó a ser un miembro más del Club Deportivo GESTA
Santander, creado e integrado por ex miembros de Fuerzas Militares para realizar
actividades lúdico recreativas y de instrucción. Allí disfrutó de una vida al
aire libre, camaradería, amistad y reconocimiento de todos sus miembros, entre
personal civil y militar q participaba de las actividades. Los niños en
especial gozaron de su alegría, disciplina y ternura, chicos y grandes tenían q
ver con su carita.
La vida de él fue
en verdad plena, vivió de todo y si pudiera hablar seguramente habría escrito
un libro de todas sus aventuras; en el último mes de su existencia fue afectado
por un cáncer de próstata q agravó su
condición cardiaca y renal lo que derivó en un estado crítico debilitando su
existencia. El final de sus días llegó con un infarto, en realidad fue el
tercero. El Capitán que pidió quedar en el anonimato en esta historia, hizo
parte del Ejercito y fue quien adoptó a Duncan; el nos contó con mucha
generosidad y tristeza, al mismo tiempo, como fueron esos últimos días.
"El
primero de sus infartos lo logré contener, abrazándolo, hablándole,
acariciándole y masajeándole el pecho. El último lo tuvo en la clínica
veterinaria donde lo atendían, pero fue
fulminante. Estos días han sido muy duros, cada movimiento o acción que hago en
mi casa tenía que ver con él: ir al
baño, a la terraza, cocinar, sentarme en el PC, ver TV, para todo él siempre
estaba ahí dispuesto a apoyar, sonreír, tocar, compartir, consolar y
acompañar".
En el Centro de
Entrenamiento y Reentrenamiento Canino - CERCA, del Batallón de Ingenieros
Caldas, donde se forman aproximadamente 90 caninos, en una ceremonia militar
sencilla le fueron rendidos los honores al extinto canino que dio su vida en
cumplimiento de la misión. Y fue así, porque muchas de sus complicaciones de
salud derivaron de las esquirlas que se quedaron en su cuerpo cuando estuvo en
Las Pavas, sur de Bolívar.
Ocho binomios
caninos escoltaron su tumba antes de pasar a las entrañas de la madre tierra,
el toque de silencio dejó escapar lágrimas y miles de pensamientos permanecerán
en la memoria de los que asistimos. Duncan recibió un homenaje póstumo como
canino del Ejercito Nacional, la Fuerza no se olvidó de él.
Tenía 12 años
cuando cerró sus ojos y dejó de respirar. En sus últimos momentos, ni el
cansancio, el dolor físico, ni el paso implacable de los años le quitaron de su
mirada, casi ciega también, ese cariño, fidelidad y devoción por su amada familia, que lo
acompañó hasta el último instante.
Historia publicada el 6 de enero de 2018 en el Periódico El Frente