Alixon Navarro Muñoz

26 ago 2019

Lo que pasa en la vida de un binomio canino


Cuando un héroe se va

La vida de los caninos que hacen parte del Ejército, es como la de cualquier soldado, en el momento de su partida les son rendidos los honores respectivos, y mucho más si en cumplimiento de la misión, parte de su vida queda afectada. Esta es la historia de Duncan.

Aun se pueden escuchar los ladridos, el jadeo y los saltos del enérgico labrador de pelo corto color arena, se escuchan como recuerdos guardados en la memoria de un oficial que pidió quedarse en el anonimato, quien acaba de perder su otra mitad. Si, así es, su otra mitad, porque en eso se convierten ellos cuando hacen esa maravillosa dupla conocida como binomio canino.

Su vida fue de preparación y mucho entrenamiento a lo que se sumaban sus capacidades innatas propias de la raza, su sagacidad, excelente sentido del olfato, obediencia y disciplina, que hicieron del joven Duncan un perro ejemplar.  Su paso por la Escuela de Caninos, ubicada en las instalaciones del Batallón de Ingenieros No. 5 CR. Francisco José de Caldas, - BICAL le llevó a tomar tres cursos cada uno con una duración de tres meses y medio, donde cumplió varias pruebas en las que debía demostrar un alto nivel de juego, de energía, donde se le midió el temperamento y comportamiento frente a los ruidos fuertes que producían  las armas de fuego y los explosivos.

Luego de cumplir a satisfacción el proceso, este comando se graduó en abril del 2005,  y si hay algo que resaltar es el hecho de que son adiestrados en un juego con entrenamiento especial, donde son  capaces de orientar y dirigir sus sentidos hacia su compañero de binomio.

Basados en la conducta típica de los caninos, nunca se les trata con violencia, sencillamente se controla la jerarquía natural del animal para crear  un líder acompañante en todo momento, donde el soldado es su compañero de juego. De allí que la relación entre humano y canino sea tan estrecha, tan especial y es algo que se quedó en Duncan para siempre, que le permitió fortalecer esa perfecta  sinergia, donde fueron evidentes los gestos y miradas para hablar.

Un canino de combate
Para ese entonces luego de culminar su formación, estuvo designado al Batallón de Fuerzas Especiales No. 3, donde operó durante 3 años; luego en el 2010 fue trasladado al anteriormente llamado Batallón de Contraguerrilla No. 48  ubicado en el Sur del Bolívar.

"Esta fue una zona  difícil en la que operaba el frente 24 de las Farc, quienes en su modus operandi, a los Artefactos Explosivos Improvisados – AEI, además de metralla infectaban la carga con materia fecal, como quien diría, si no los mata la explosión que lo haga la infección. Esta guerrilla cada vez estaban más replegada y se ubicada en esos municipios donde era álgido el tema de la erradicación de cultivos ilícitos".

Así las cosas, la tropa ingreso a zona rural de la vereda Las Mercedes en Santa Rosa, sur de Bolívar Sector de Las Pavas. Allí el puntero de la unidad, lamentablemente pisó un AEI en su avance táctico, eso generó una gran explosión que afectó a los primeros 5 hombres, los 3 primeros con heridas de gravedad, incluyendo al binomio canino.

"Los combates en esta zona fueron muy fuertes, a tal punto que el enfermero de la unidad le tocó atender a los hombres en el área. Mientras se lograba la evacuación aerotransportada, que no se consiguió realizar antes de 36 horas, a causa de los constantes hostigamientos; a ellos les tocó  moverse de un lado a otro hasta lograr asegurar el área y evacuar los heridos".

El enfermero usó todos sus recursos, y al quedarse sin medicamentos para atender las heridas infectadas debió acudir a un medicamento para ganado llamado Ivomec, con el cual también atendió a Duncan, logrando desinfectar parte de las heridas.

La pesadilla terminó cuando el héroe de cuatro patas fue  trasladado a la Quinta Brigada, donde la Dra. Diana en el BICAL atendió sus heridas por casi 6 meses hasta lograr sacarlo del estado crítico. Sin embargo perdió la visión de su ojo izquierdo.

Del ‘área’ a una vida plena
Luego de este trance en donde estuvo más del lado de allá, fue dado de baja de su servicio a la patria y Duncan pasó a ser un miembro más del Club Deportivo GESTA Santander, creado e integrado por ex miembros de Fuerzas Militares para realizar actividades lúdico recreativas y de instrucción. Allí disfrutó de una vida al aire libre, camaradería, amistad y reconocimiento de todos sus miembros, entre personal civil y militar q participaba de las actividades. Los niños en especial gozaron de su alegría, disciplina y ternura, chicos y grandes tenían q ver con su carita.

La vida de él fue en verdad plena, vivió de todo y si pudiera hablar seguramente habría escrito un libro de todas sus aventuras; en el último mes de su existencia fue afectado por un cáncer de próstata q agravó  su condición cardiaca y renal lo que derivó en un estado crítico debilitando su existencia. El final de sus días llegó con un infarto, en realidad fue el tercero. El Capitán que pidió quedar en el anonimato en esta historia, hizo parte del Ejercito y fue quien adoptó a Duncan; el nos contó con mucha generosidad y tristeza, al mismo tiempo, como fueron esos últimos días.

"El primero de sus infartos lo logré contener, abrazándolo, hablándole, acariciándole y masajeándole el pecho. El último lo tuvo en la clínica veterinaria donde lo atendían,  pero fue fulminante. Estos días han sido muy duros, cada movimiento o acción que hago en mi casa  tenía que ver con él: ir al baño, a la terraza, cocinar, sentarme en el PC, ver TV, para todo él siempre estaba ahí dispuesto a apoyar, sonreír, tocar, compartir, consolar y acompañar".

En el Centro de Entrenamiento y Reentrenamiento Canino - CERCA, del Batallón de Ingenieros Caldas, donde se forman aproximadamente 90 caninos, en una ceremonia militar sencilla le fueron rendidos los honores al extinto canino que dio su vida en cumplimiento de la misión. Y fue así, porque muchas de sus complicaciones de salud derivaron de las esquirlas que se quedaron en su cuerpo cuando estuvo en Las Pavas, sur de Bolívar.

Ocho binomios caninos escoltaron su tumba antes de pasar a las entrañas de la madre tierra, el toque de silencio dejó escapar lágrimas y miles de pensamientos permanecerán en la memoria de los que asistimos. Duncan recibió un homenaje póstumo como canino del Ejercito Nacional, la Fuerza no se olvidó de él.

Tenía 12 años cuando cerró sus ojos y dejó de respirar. En sus últimos momentos, ni el cansancio, el dolor físico, ni el paso implacable de los años le quitaron de su mirada, casi ciega también, ese cariño, fidelidad  y devoción por su amada familia, que lo acompañó hasta el último instante.


Historia publicada el 6 de enero de 2018 en el Periódico El Frente 

19 ago 2019

El tren que espera revivir a todo vapor

Lo que ayer era todo un centro de actividades ferroviarias, comerciales, de amores, de pasajeros, vagones, túneles y carrileras, hoy es solo el recuerdo escondido entre la maleza, las urbanizaciones y asentamientos subnormales que el tiempo y las administraciones dejaron tomaron lugar en este patrimonio histórico, donde se develan las más hermosas remembranzas.

Es muy acertado pensar que si el Café Madrid asi como muchos otros puntos del norte de la ciudad recibieran la atención que merecen, este sector de "La Bonita" dejaría de ser tan marginado y  estigmatizado; porque de verdad merece recobrar el valor urbano, dignidad y hasta patrimonio histórico que en sus rincones más lejanos se esconde.

Y es que hablamos de patrimonio histórico porque en el Café Madrid, detrás del CAI justamente, reposa sobre una estructura de ladrillo lo que queda de una vieja máquina a vapor; la No. 4 fue la primera locomotora que llegó a Santander en 1909. Funcionaba con aceite negro y agua, motivados por el fuego ardiente de la caldera  que en su interior se llenaba con la leña que el maquinista le metía con ganas y más cuando sabía que le esperaban las mil y una maniobras.

“Esa locomotora no era de viaje. Movía uno o dos vagones hasta lo que era la estación del ferrocarril, pero nunca viajó hacia la vía, era literalmente una locomotora de maniobras. Con este cilindro de freno se manejaba la mera locomotora, ella llegó en 1909 y fue la primera a vapor que llegó a Santander y se movía a pura leña”. Esto lo contó emocionado Germán Montoya Gil, pensionado de Ferrocarriles Nacionales de Colombia.

Vida en las locomotoras
Es mucha la vida que ha transcurrido, las historias pueden ser interminables, de horas y horas de tinto, de emoción y de traslado imaginario y mental hasta el momento donde escuchar el pito del tren generaba el impulso de los niños al salir corriendo, la sola sensación emociona a más de uno.

“La gente se alegraba, eso si era vida. Llegaba uno con el tren a las estaciones y la gente sacaba el pescado, verduras y hasta piquete envuelto en hoja de bijao. A uno le vendían el pescado frito en los coches de los pasajeros, en los vagones; eso era muy bonito porque se encontraba de todo: mandarina, yuca, plátano, maíz, ganado… de todo”.

Había otro tren que se llamaba el tren local que recogía carga de ganado, yuca, cafe, maiz, plátano y lo que los comerciantes de la época necesitaban mover. Había también otro tipo tren llamado el autoferro cuyo modelo era llamado "Las Américas", y  posteriormente llegaron "Los Suecos" que era el auto ferro con doble coche, uno de ellos de remolque, y salía a las 5:00 de la mañana a Santa Marta, pero con el tiempo lo quitaron.

En su relato don Germán Montoya cuenta que había un vagón que tenía funciones de tienda y ahí  el viajero  se abastecía de todo lo que necesitara: cerveza, gaseosa, agua, comestibles. Él trabajaba en los  vagones y su ruta más frecuente era Bucaramanga, Puerto Wilches, Barrancabermeja, Gamarra, y Grecia que es una estación donde está la línea que va a Medellín y a Bogotá.

“Yo siempre estuve en la División Santander y me movía en el mixto que era tren de carga y pasajeros y salía a las 7:00 de la mañana y el otro venía de Puerto Wilches a las 6:00 de la mañana  que era también mixto.  Yo le cuento que de Puerto Wilches a Bucaramanga hay más de 10 estaciones empezando por Wilches que era su origen y le siguen El Cruce, González Vásquez, Comuneros,Cristalina, Zabaleta, La Gómez, Sabana de Torres, Provincia, Puerto Santos, Chuspas, Vanegas, Conchal, Palmas, Bocas y Café Madrid”. 

Así mismo con tal grado de detalle, don German relata que el ferrocarril llegó hasta Bocas en ese entonces cuando era a vapor,  y había una especie de rotonda o tramo giratorio por donde pasaba la locomotora y la regresaba. Después lo ampliaron hasta el Café Madrid.

Pero el tiempo empezó trazar su destino y fueron quedando pocos vagones; la empresa se fue muriendo, las luces no se encendían a  lo lejos en la carrilera y el pito ya no sonaba. Hasta los rieles se los llevaron, los talleres se perdieron,  y nunca se supo que paso con todo eso.

La máquina que quedó en el olvido
En los talleres que estaban lo que hoy es la Ciudadela Café Madrid, allí había unas grúas y con ellas trasladaron a la No. 4 hacia el abandonado parque, si asi puede decírsele, al espacio donde funcionaba el club de los antiguos ferrocarriles, que hoy solo es un monumento a la indiferencia, donde la yerba crece entre las estructuras de cemento y los ladrillos y se vuelve cómplice de los buscan un escondite para quemar la vida entre los cigarrillos de marihuana y las papeletas de alucinógenos.

“Ya le tenían el sitio. Pero nosotros como asociaciones de pensionados  hemos dicho que esta locomotora no debe estar acá porque escondida nadie la ve. Esta estación debe estar allá donde pasa la carretera, porque la gente se sintió mucho cuando los ferrocarriles desaparecieron. Es que era una empresa muy buena que tenía el país, tenía el transporte de carga y de pasajeros más barato que había en esa época”. Enfatizó con nostalgia Germán Montoya.  Él y otros pensionados gozaban de pagos buenos y a tiempo. Y en el caso de él viajaba con los trenes día y noche, por ello afirman sentir nostalgia de ver como todo esto se ha acabado y hasta ahora están en eso de ver como lo reviven.

“Se merece que la estación del ferrocarril tenga otra presencia; es que poco a poco la fueron tumbando, da guayabo ver como acabaron con ello, y desapareció todo. Donde eran los talleres hoy es la Ciudadela Café Madrid. Aquí llegó mucha gente a la que le dieron casita, también en este  sector quedaba la cancha que era de los ferrocarriles que servía para que los trabajadores se divirtieran con el balón de fútbol, y  también quedaba el club”.

Este club de los ferrocarriles gozaba de gran prestigio,  era de primera clase. Entre semana y los domingos  siempre permanecía lleno de gente; había pista de baile, piscina y bolo. “Los bienes que eran de la empresa se han acabado, este club, los campamentos se invadieron, se adueñaron indiscriminadamente  de todo y nadie se pronunció, nadie dijo nada”.     
   
El valor histórico
Resumido en una palabra, es muchísimo. Esto es y hace parte de la misma historia del café Madrid  que ya suma más de 100 años porque aquí nació la maquina a vapor que movió pasajeros, carga, e historias de vida.

“Los ferrocarriles nacieron en Santander cuando en ese entonces el Presidente del Estado soberano, no de la República como se le nombra hoy en día, era Solón Wilches y por eso había una estación denominada Puerto Wilches, él fue su promotor”.
   
En ese entonces aquella máquina que hoy reposa con los vestigios del óxido corroyendo el antiguo metal, tenía vida aunque no salía a la vía, era lo que se llamaba una locomotora de patios, la que hacia las maniobras, la que acomodaba los trenes cuando se iban a viajar, era la que cuadraba los vagones para que la locomotora los arrastrara de Bucaramanga a Puerto Wilches, porque en ese entonces solo había la División Santander que iba del Café Madrid a Puerto Wilches.

“Después de hecha la línea del Atlántico que iba de Santa Marta a La Dorada, surgió el tren, de Barrancabermeja a Medellín  y era un tren de pasajeros que se llamaba El Expreso del Sol, todo un  tren de lujo; había otro que se llamaba El Tren de Palito, que cubría la ruta de Barrancabermeja a La Dorada; y había otro tren que le llamaban El Antioqueño que iba de Barranca a Medellín”.
 
Para el funcionamiento de los ferrocarriles habían varias divisiones para cubrir sus rutas: la División Santander, División Atlántico, División Magdalena, División Central,  División Pacifico. Pero en voces de los pensionados, los ferrocarriles desaparecieron por las malas administración incluyendo los políticos de la época y hasta mandatarios nacionales como Virgilio Barco Vargas,a quienes  les convenía acabar con  el popular sistema de transporte, ya que eran dueños de otros medios de transporte terrestre y por lo tanto les representaba más ventaja tener la exclusividad de la carga y los pasajeros para ellos.
   
Don German Montoya es pensionado de los Ferrocarriles Nacionales de Colombia, trabajo alli durante 20 años. Se empleó el 19 de febrero de 1968 y salió pensionado el 28 de diciembre de 1988. Siendo su primer trabajo se encargó de la carrilera, cambiando rieles, cambiando madera, porque en ese entonces las durmientes eran de madera.

Su vida laboral transcurrió entre Puerto Wilches y Bucaramanga, escaló cargos como el de cadenero  en topografía y frenero en transportes de trenes, todo esto le ha dado la sabiduría para compartir esta parte del relato.

Alrededor de la carrilera
Estas son otras vivencias alrededor del ferrocarril que cruzó tierras santandereanas. Entre ellas la de  Javier Cárdenas hijo de pensionado, quien cuenta que su padre empezó siendo arriero en Arboledas, Norte de Santander y luego se empleó en el ferrocarril. Pero lo que nunca imaginó es que quizás este trabajo le salvo la vida, y más el hecho de cargar en su bolsillo una imagen, y no de un santo precisamente.

“Y estando trabajando se armó la guerra entre liberales y conservadores. A mi papá lo salvó una foto que cargaba de Jorge Eliecer Gaitán  que tenía guardada en un bolsillo; cuando llegaron al  campamento de la cuadrilla donde él dormía, llegaron a matarlo, pero por una foto del caudillo Gaitán se salvó, porque era liberal, donde hubiera sido conservador lo matan. En esa época mataban por ser azul o por ser rojo”.

De ahí salió un traslado a Bucaramanga, y con su familia Javier llegó a Bucaramanga con tan escasos 7 años de edad. Su padre empezó a trabajar en la cuadrilla donde más adelante obtuvo un  ascenso para campamentero.

“Fue toda una vida en los ferrocarriles. De allí se pensionó, fue el último de los de su generación que recibió cartón como pensionado, los demás trabajadores se despidieron de la empresa por el proceso de liquidación. Y gracias a esa vida de mi padre conocí todo lo que fue el ferrocarril, conocí el carromotor, el autoferro, el tren de palito, el tren de carga y el tren de lujo”.

Así mismo Don Manuel Domingo Valbuena Gutiérrez, también pensionado de 87 años cuenta que tiene en su vida un gran recuerdo de lo que fueron los ferrocarriles en Santander y sobre todo en este tramo.

“Yo lo recuerdo mucho, oírlos pitar era lo mejor; era algo bueno para la carga, porque allí echaba la carga de arroz y maíz, los llevaba a la bodega y los operarios lo echaban al tren”

Él se vino de su finca, que quedaba a poca distancia de la estación de Chuspas en Sabana de Torres, porque se le metió la guerrilla,  quienes le dijeron que si no salía o la vendía   la quemarían. Don Manuel no quería venderla porque era una extensión de tierra de la que subsistía, representaba su vida en ese entonces, pero le tocó salir y aunque dejó parte de su existencia, de lo contrario, su humanidad hubiera acabado allí mismo.

En el interior del túnel que aún tiene inscrita sobre la piedra la fecha de 1940 y que recuerda los años en los que era atravesada por la inmensa maquina a vapor, hoy solo se ven un terreno deteriorado de arena y piedra, con algunos vestigios de listones y travesaños visibles bajo el puente metálico a cuyo margen izquierdo se encuentra el contaminado Rio de Oro, que se junta con el río Suratá en el margen izquierdo.

Tal vez los areneros que sacan de allí su sustento, o los habitantes de ranchos de tabla y plástico, no se alcanzan a imaginar que frente a sus puertas o  pocos metros de las orillas de los ríos pasaba la locomotora humeante y silbante, alertando su paso, anunciando las cargas de vida que llevaba a cuesta entre sus vagones, cuya caldera dejó de recibir leña apagándose en 1991, y cuyas carrileras esperan a todo valor recobrar la vida, asi sea solo para la memoria o para el nuevo funcionamiento, eso solo lo sabrán quienes rigen los actuales destinos de la capital del departamento.

Historia escrita para el Periódico El Frente - Domingo 22 de Abril de 2018

De regreso

'Vivo Sribere'  - 'Vivir para escribir' es la traducción de esta expresión en latín con la que he querido retomar mis labores como escritora-autora de este blog.

Inicie en el año 2010 la idea de un blog, mas como una forma de desahogar mis pensamientos y reflexiones personales, pero poco a poco me di cuenta que era una herramienta magnifica para compartir todo aquello que he escrito a lo largo de mi trasegar profesional, de manera independiente y como periodista en varios medios de comunicación regionales para los cuales he laborado.

Retomo los escritos, las historias y las crónicas, y hasta de vez en cuando las prosa a través de composiciones que nacieron a la luz desde que tenía 14 años; pruebo una vez mas que esto de escribir y de hacer del papel o del computador una valiosa herramienta, es parte de mi esencia de vida.

Gracias por leerme, por visitarme, cada semana a partir de hoy encontrarás un escrito diferente. Si eres periodista de alguna manera te identificarás conmigo, pero si no lo eres, pues te enterarás de las cosas que hacen parte de la cultura y la sociedad en mi región: Santander - Colombia. ¡Bienvenidos nuevamente!