Alixon Navarro Muñoz

23 mar 2013

Desde el páramo


Crónica de un caminante
Foto: Alixon Navarro Muñoz.
A este hombre lo acompañan las excentricidades del paisaje bellamente agrestre que tiene Santurbán: frailejones, flores silvestre, neblina y la paz que solo entrega la inmensidad de una montaña.   
Caminando a 3.650 metros sobre el nivel del mar, con un  frío que cala los huesos y colorea las mejillas,  hablamos con Alejandro Torres un hombre con algo más de 50 años, pero que tiene la vitalidad de los 20 que cargo al hombro, junto con el equipo de campaña en sus tiempos de oficial del ejército.
Vinculado actualmente al área de seguridad de una compañía minera, cuenta que en su vida militar ya había estado recorriendo la zona, hizo parte de la segunda división y perteneció también al batallón Ricaurte, experiencias castrenses que le permitieron  andar por la parte alta de la cordillera oriental hasta Cáchira, Norte de Santander.
El hombre de tez morena dice que lo que más le gusta, es el clima. Bueno, es que tiene una razón poderosa, es oriundo de la misma región y  por ende se considera como parte de la gran diversidad que ofrece el páramo.
“A la gente que pasa por aquí siempre le decimos que se haga los chequeos médicos para subir con confianza a semejante altura; eso sí que lo hagan a su ritmo, que la actitud sea la de caminar y tener mucha  disposición”.
Tal vez anécdotas no tengas muchas en su haber, más bien recuerdos de su paso por la dura disciplina militar,  donde veía constantemente a sus demás ‘lanzas’  afectados por la hipotermia, algunos eran transportados por helicóptero, pero otros había que movilizarlos a las casas o ranchos distantes, con el fin, no sólo de recuperar el aliento, sino de entrar en calor, el necesario para impedir que perdieran algún miembro.
Alejandro un hombre sencillo de gran sapiencia, a quien el páramo, la neblina, los frailejones y lo agreste de la zona le imprimen un estilo libre y único, valora todo lo que la región produce, ganado y ovejas, cultivos de cebolla, papa y otros productos, tanto así que jocosamente expresa que “lo único que hay que comprar en el pueblo es la sal”.
Foto: Alixon Navarro Muñoz.
El hombre que se define feliz de pocas pero elocuentes palabras, siempre pendiente de lo que necesiten sus acompañantes, tal vez una buena costumbre adquirida en el ejército, es padre de 3 hijos profesionales  en quienes seguramente ha dejado un poco de su enseñanza natural, tan natural como el hermoso complejo de Santurbán.