Ella es la señora de las flores
Maria Gertrudis, florista empirica que vende motivos para sonreir: flores. |
María Gertrudis Peña de Sánchez es una mujer con 62 años encima, que a simple vista no se le notan pues cuenta
con una gran vitalidad y un espíritu joven que la lleva hacer su trabajo con
mucha entrega y pasión.
Sus manos curtidas por la tierra de las raíces y tallos de las flores que a diario vende desde hace mas de 15 años la hacen ser una mujer independiente que disfruta a plenitud su trabajo, sin temor alguno. Ella es su propio jefe, hace lo suyo con conocimiento y gusto.
En plena entrevista atiende sus clientes, recibe llamadas, paga lo que
debe. Pero tiene un don o un ángel como dirían, para atender a la gente:
sencillamente escucha y responde con cariño y eso se lo atribuye a llevar a Dios siempre.
Testigo del crecimiento y cambios del sector
El ruido de los carros para ella ya no es molestia, sencillamente se
acostumbró a la contaminación auditiva producto del alto trafico y afán de la
ciudad. Si le duelen los oídos, sólo se ‘echa’ las goticas que medico le
recetó.
Su permanencia por mas de 15 años en la esquina externa del conjunto residencial Metrópolis I en Ciudadela Real de Minas contiguo al cajero automático, le da el conocimiento para decir cuanto ha crecido y cómo desde que llegó a esa misma esquina, se han dado muchos cambios: puentes peatonales, mas buses, mas carros; antes solo habían algunos conjuntos, pero ahora han construido mas y por ende está mas poblado. Incluso mucha de la gente que conoció, “muchos se han ido a otros sectores, la gente ha cambiado para mejor; a veces vienen, me saludan y hasta compran mis flores todavía”. Afirma.
Vida entre flores
María Gertrudis es de Vélez, la tierra del bocadillo de guayaba, la iglesia
atravesada y los aires de torbellino, guabinas y moños; quizás llevar este
folclor en la sangre, la hacen ser
especial con su apreciada clientela.
Un día común y corriente en su vida, comienza a las 6 de la mañana, cuando
se levanta y hace el tinto en su casa en el barrio Monteredondo para luego
alistarse y venir a su negocio. Aquí ve pasar las horas desde muy temprano
hasta las 6:30 o 7:00 pm.
“Aquí vendo mis flores, cuando no se vende pues me distraigo con la gente; porque eso si, cuando me quedo en casa, me siento como encerrada, aburrida yo ya me habitué al ritmo de mi trabajo”. Usted y cualquier transeúnte encuentra margaritas, crisantemos, montecasino, astromelias, pompones, lirios, girasoles, heliconias y consentidoras. Si es hombre y busca algo para regalarles a ellas, sabe que los gustos masculinos se inclinan por la compra de girasoles, lirios y rosas. Pero si se trata de mujeres y de arreglar la casa o el apartamento, las damas siempre piden margaritas y astromelias.
Ella atiende a su clientela con dedicación desde hace mas de 15 años. |
Eso si hay algo que no permite o no le llama la atención y son las flores para cementerio. Como si se
tratase de algún agüero extraño, ella no vende flores para llevar al
cementerio, siempre ha considerado que las flores que ella ofrece son para la
vida, para el disfrute, para estar felices,
sencillamente para los vivos y cuando alguien insiste responde: “¿cementerio? No, aquí solo hay vivos”.
Entre la urbanidad
Cuenta que en el tema de seguridad no hay nada que temer por que nada le ha
pasado. “por ahí algunas veces los
agentes de la secretaria de gobierno que pasan haciendo sus operativos, pero
cuando estoy como venta ambulante, no entorpezco el camino de los demás ellos
tampoco han sido groseros conmigo; no tengo nada que decir, no me han agredido
ni yo tampoco he sido grosera con ellos”.
En el negocio le va bien porque con ello ayuda a pagar el arriendo,
servicios públicos, como dice coloquialmente ‘aportar’ con algo para la casa y
pagar su seguridad social. Confiesa que así viva con sus hijos es consciente de
que debe contribuir. La señora de las flores tiene 4 hijos, vive con uno de
ellos en el barrio Monteredondo, los demás viven en Bogotá.
Aconseja que para cuidar las flores, es clave cambiarles el agua todos los
días y colocarles un poquito de cloro-límpido para no tome mal olor en la
‘patica’; la cantidad de agua debe ser poca,
limpiarles las hojitas secas y pétalos dañados; lo mas importante
hablarles y consentirlas.
En su gusto personal las flores representan alegría y vida y para ella las
astromelias son sus favoritas y con esa misma buena energía espera del nuevo
año nuevas y mejores cosas, que le
permitan estar al día con sus deudas y mas que eso que haya salud para seguir
llenado de vida la esquina de Metrópolis I.