Capitán de mil
vuelos
Capitán Bedoya Zuluaga en su cabina de mando, listo para emprender vuelo, la pasión de su vida. Foto: Alixon Navarro Muñoz |
Una historia breve, sencilla y un poco reveladora sobre la pasión de un piloto por su avión, por su trabajo y como da todo al servicio de sus clientes: los pasajeros.
El capital Julio Cesar
Bedoya Zuluaga, es paisa cafetero, de Armenia-Quindío, se crió en Cali y
prácticamente es de toda parte, como coloquialmente lo expresa; actualmente se
desempeña como jefe de la base de vuelo de
Easy Fly en Bucaramanga y ajusta 4 años de estar vinculado a la compañía.
De volar lleva mucho
tiempo más. En el año de 1983 ingresó a la Fuerza Aérea pero terminó su formación en una escuela de
Cali; posteriormente se fue para Estados Unidos donde obtuvo licencia americana y volvió al país a volar
con empresas pequeñas.
“Hace
15 años vivo en España con mi esposa y
mis hijos, allí volaba para una compañía española, pero con la crisis económica
me tocó regresar a Colombia. Mi familia permanece en la Madre patria y a pesar
de la lejanía vivo contento con lo que hago, pues promuevo siempre que esta es una compañía que llegara muy alto,
por su espíritu de integración, servicio al cliente, que nos recuerda los que
era Aces hace alguna tiempo, cuyo
principio fundamental lo tenía basado en el respeto hacia el pasajero”.
Para el Capitán
Bedoya el pasajero es quien paga el salario, la universidad de los hijos y los
gastos de la casa y por ello hay que respetarlo. Por eso justifica que el
servicio es personalizado amable y cálido, fiel reflejo de lo que se vive en su ambiente laboral: como una
familia donde la competencia no existe, aquí todos son iguales.
“Volar
es mi pasión, es difícil de entenderlo
más aun cuando solo voy cada 2 meses a ver a mi familia en España; pero mi mujer sabe que si me quitan el vuelo me
quitan una parte de mi vida”.
El resume lo que
hace como algo que le gusta y replica este refrán, que ‘quién hace lo que le gusta no vuelve a trabajar’.
Por eso no ve el trabajo como una obligación harta, sino como un goce con la mística
que tiene el volar a miles de pies de altura.