‘El que anda entre la miel…
hasta en Oiba se queda’
Bueno, de nuevo les sigo contando sobre
mis viajes por algunas localidades de Santander y entre ellas quiero que sepan
que estuve en una maravillosa población que por la ternura que inspiran sus
calles y balcones, excelente clima y cordialidad de sus gentes, merece llamarse
Pueblito Pesebre.
Aunque sus razones para esta denominación
son más históricas y datan de la época de los
españoles, que al ingresar vieron el caserío iluminado en cada uno de
sus primitivos ranchos con luz de vela, la vista los situaba en un pesebre. Pero
óigase bien, Oiba es el nombre colocado a la población como un homenaje al
fruto del amor entre el cacique Poima y su compañera Cachalú.
Y es que quien viene o va a Oiba,
termina más amañado, por todo. La apicultura, los cultivos de café, el turismo
y las artesanías en caolín fuera de ser parte de los ejes centrales de la
productividad resaltan las riquezas e
identidad cultural, artística y social que tenemos en Santander.
Por ahora solo me remitiré al producto
que por excelencia elaboran las abejas, la miel, porque el que anda entre la
miel hasta el… se le pega, o en Oiba se queda. Y es que Oiba es ejemplo de ello
porque la labor de la apicultura o cultivo de abejas dirían algunos, es una
verdadera pasión hecha cuidado de estos pequeños seres alados, que con el zumbido
pueden asustar o generar repulsión, pero curiosamente para los apicultores solo
es un motivo mas, para ir gustosos en su búsqueda hasta las colmenas y extraer
literalmente cada uno de sus beneficios.
El manejo de la apicultura es un arte
que trasciende a los subproductos que se obtienen como el polen, propóleo,
jalea real, cera y la apitoxina para usos medicinales, subproductos que se dan
en los apiarios ubicados en Oiba, y que son manejados por familias como la
Mejía Galvis, los Palacio Castro o los Ordoñez Pereira quienes por décadas han
sustraído el oro liquido.
Es asombroso ver el conocimiento y
técnica alrededor de los apiarios, desde la ‘echar’ el humo fruto de la quema de
cascarilla y granos de café, humo que se insufla sobre las piqueras o puertas
de entrada de las colmenas hasta el mismo momento en que se sacan los paneles
donde están contenidos cientos de .alveolos, o huequitos, donde la reina madre
coloca los huevos.

La transformación de la colmena a la botella,
revela que este preciado alimento, ‘remedio’ y cosmético tiene una importancia
y ritual tal que hace de la abeja un animal esencial en el sustento y
equilibrio de la raza humana. Si señores, es cierto. La abeja no es insecto
fastidioso por el zumbido que pueda producir, sobre ella recae la vida misma
del ser humano, tanto así que si llegara a falta al ser humano solo le quedarían
4 años de vida sobre la tierra, la razón es muy sencilla: la polinización,
mecanismo fundamental necesario para la
existencia de los demás cultivos en la naturaleza.
Del
sabor de la miel a la textura del barro moldeado

Pero Teresa tiene un valor agregado y es
que no solo sabe de caolín sino de miel pues comparte con su hija Katherine
Mejía, el gusto por los apiarios y como empresa han sabido sacarle el mejor y
equilibrado progreso, hasta innovando en la extracción de subproductos como la
apitoxina ideal para actuar como rubefaciente, calmante muscular y analgésico.
Teresa por su parte confiesa que las
abejas tienen una organización superior a la sociedad humana, son capaces
de percibir el más mínimo cambio de
temperamento.
Por eso agrega que antes de ingresar a
un apiario las saluda, les habla e incluso les canta. En retribución ellas
proporcionan la mejor miel y enjambradas en miles se colocan en la capucha o
parte superior del traje y allí
permanecen quietas mientras Teresa con habilidad las alimenta o les extrae su
dulce manjar.

Quien iba a creer que las abejas de Oiba
son africanizadas, idea que de solo pensarla me da escalofrío por la fama de
‘agresivas’ que tienen, pero en su mayoría las dulces abejas de Oiba son producto del cruce con las criollas; no
obstante pueden volverse agresivas si no se toman las medidas para su manejo, sino
se les trata con la prudencia necesaria o si sienten alguna amenaza. Lo
importante es que si usted como es novato a la hora ingresar a un apiario, solo
vaya tranquilo, relajado y vera que pasará desapercibido entre ellas.
Solo puedo decirles que la próxima vez
que endulcen un pollo a la broaster, que tengan disfonía, o sus labios estén
partidos, que quieran aderezar una ensalada de frutas o quieran, porque no,
darle un uso erótico a la miel, piensen que la mejor del mundo, quizás, esté en
el Pueblito Pesebre.
La miel es sabor de
vida y alrededor de ella hay una maravillosa dinámica cultural que
envuelve cientos de familias en los mil y un aromas embriagantes y casi
adictivos de Oiba, Santander.
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